Wednesday, April 26, 2006

¿Existe verdadera libertad de prensa en Argentina?: mi participación en una mesa redonda


¿Existe verdadera libertad de prensa en Argentina?

Mi respuesta es sí. La libertad de prensa es verdadera, y muestra el grado de desarrollo que somos capaces de alcanzar. No es total, pero no lo es por causas distintas de las que podrían señalarse en una dictadura.

La libertad nunca es absoluta y sus límites son en realidad los nuestros. Se dice que en Argentina no hay libertad de prensa porque hay presiones del gobierno, o porque la publicidad oficial es discrecional, ¿pero acaso son esos límites tajantes? Pueden ser injustos, estamos de acuerdo, pero ¿acaso un medio o un programa debe aspirar a vivir de la publicidad oficial? El desafío es ser lo suficientemente consistente e interesante como para captar la atención de un grupo suficiente de personas que lo consuman, y hay una cierta mala fe en pretender ser sostenido por la publicidad del gobierno. (Recordar caso El Nacional). Y por otra parte, supongamos que por decir algo que no ha gustado a algún funcionario se recibe una llamada de este: ¿no es la actitud de los periodistas que la reciben la que permite al funcionario construir un poder restrictivo, una censura eficaz? No ha habido, que yo sepa, secuestros ni golpes, a periodistas. ¿Será también que al periodista le gusta sentirse limitado y restringido por un poder superior, porque esa posición de límite le resulta afín con los límites que acepta por su propia idiosincracia?

Echarle la culpa al gobierno por el estado de la situación es algo que los argentinos sabemos hacer con maestría. No quiero decir que este sea un gobierno inocente: no existe gobierno inocente, el ejercicio del poder implica la intención de hacer crecer ese poder, pero hay otros protagonistas en la escena cuya tarea es limitarlo, hacer de contrapeso. Los que trabajamos en los medios tenemos el deber, el desafío, la obligación, la posibilidad, la oportunidad, la alegría de decir lo que pensamos con libertad. Creo que el límite más frecuente a esto no es la coerción del gobierno, que existe, sino nuestra propia incapacidad para armar juego.

En la Argentina, desde 1984, tenemos libertad de prensa. Tenemos en general mucha más libertad de la que somos capaces de usar. Los vaivenes son a mi juicio pequeños, y está en nuestras manos darle a nuestra expresión y a nuestra capacidad de decir y de hacer todo el vuelo que querramos darle.

El límite a la libertad está más bien dado por el hecho de que estamos fijados afectivamente y de una manera obsesiva a la observación de unos pocos hombres activos, cuando muchos más deberíamos más bien situarnos en tal lugar de acción.

La libertad no es –como bien señaló Nietzsche- una situación en la que el poder de alguien ha quedado reducido, como cuando se dice que somos libres de algo, o de alguien. La libertad es esa acción intencional que busca un resultado, a la que el filósofo mencionado describe como libertad para algo.
Libres de algo: lo somos desde el 84. Libres para algo: dificultosamente vamos intentando decir qué queremos, cuando somos maestros en el arte de decir (y por lo tanto, lógicamente, hacer) lo que no queremos.

Hay medios que juegan para el gobierno: ¿hay algún país en donde esto no suceda? ¿Es culpa del gobierno o de los medios? Hay negocios entre el gobierno y algunos medios o algunos periodistas, pero hay también muchos medios y muchos periodistas que hoy en día hacen su camino con libertad.

El tema de la libertad de expresión es complejo, y creo que tenemos que hacernos cargo, los individuos, de elevar a su mayor grado de efectividad y creatividad a esta facultad, perdiendo el miedo y perdiendo el recurso facilista de echarle la culpa a otros por no ser capaces nosotros de hacer otra cosa.