Wednesday, November 15, 2006

Algunas aclaraciones sobre Nietzsche

Ante todo

Nietzsche es un pensador bestial. Su visión choca de manera violenta con la visión que compartimos a partir de nuestro sentido común como visión básica de la realidad. Nietzsche no es un pensador democrático ni benigno. Sus verdades no podrían ser dichas en los medios de comunicación. Para peor, es un pedante absoluto, o al menos adopta esa apariencia. Las primeras lecturas que se hacen de él pueden dar la impresión de estar enfrente de un energúmeno que no merece atención. Si uno persiste, sin embargo, descubre una enorme riqueza en sus ideas. Hay que tenerle paciencia. Hay que tener paciencia para entender lo que no se entiende a primera vista y hay que tenerla también para soportar sus desplantes, que con el tiempo empiezan a inspirar más una especie de tolerancia humorística que supera a la primera reacción de enojo. Sirve pensar que por lo menos, en el contraste con sus bestialidades, desarrollamos nuestro propio pensamiento. El objetivo de este curso no es que todos pensemos como él. El objetivo del autor leído tampoco era ése. Si el profesor se posesiona es porque es así. Además, el nombre del curso ya lo advertía.

Transvaloración de todos los valores

Ese era el título del libro que Nietzsche estaba escribiendo cuando perdió el uso de su pensamiento. La idea que subyace en él es el proyecto de demostrar que todo lo que es considerado generalmente como bueno es en realidad malo y que todo lo que es considerado como malo es en realidad bueno. A primera vista puede parece una premisa meramente provocativa, pero un análisis más atento muestra una coherencia y una utilidad muy interesante para este planteo.

Moral

Moral es sistema de valores. Nietzsche usa el término de dos formas. En un caso alude a LA Moral (con mayúscula), la moral judeo-cristiana, que sostiene que los valores existen en sí, que son trascendentes, independientes de cualquier acto de valoración humano. En otro caso alude a moral (con minúscula), término para el cual cabe el plural (habiendo distintas morales para distintas civilizaciones) y que se corresponde con una visión de la moral en la que cada valor es engendrado por una perspectiva. Es decir: siempre que hay valor hay alguien que lo está enunciando. Para la Moral trascendente hay cosas que son buenas o malas en sí, y su pretensión es que esos valores no dependen de la perspectiva de nadie. Nietzsche sostiene que no hay valores en sí, que siempre que se manifiesta un valor hay alguien que está valorando. Y por lo tanto interpreta los valores, mirando no sólo la realidad a la que aluden sino qué punto de vista representan.

Nietzsche no está “en contra” de la existencia de los valores, lo que hace es luchar contra la idea de los valores trascendentes de la Moral y convocar a los filósofos a establecer nuevos valores. La perspectiva desde la que surgen los valores más valiosos es la perspectiva de la naturaleza, cuando la que habla a través de los valores es la vida.

El hombre

El pensamiento de Nietzsche no trabaja con una idea de hombre universal, del que todos seríamos un ejemplar. El descompone ese hombre único en clases y especies, preguntándose siempre en cada caso qué tipo de hombre es el allí representado. No somos todos iguales y no deberíamos tampoco serlo. La naturaleza produce diferencia y la vitalidad de una sociedad requiere que esa diferencia se respete. La diferencia básica es diferencia de fuerza: hay quien puede más y quien puede menos. Eso no es una injusticia, en su visión del mundo injusticia es no respetar esta diferencia básica. Esa diferencia es, además, innata y natural, no es un “capricho”, una “idea moderna”, sino algo que la naturaleza generó en sus millones de años de evolución.

El instinto

Para nosotros la idea de instinto es la de una fuerza insurgente y animal siempre valiosa. En Nietzsche, en cambio, nuevamente se introduce la diferencia comentada en el punto anterior. Depende de qué hombre se trata su instinto es fuerte o débil, capaz de estructurar una personalidad o incapaz de hacerlo. El instinto fuerte señala una dirección en el individuo (o incluso en una civilización), el instinto débil hace que el sujeto se desarme. El instinto, además, no existe como unidad, es siempre un término plural: instintos. Cuando los instintos tienen orden el individuo es posible y tiene un sentido, sabe lo que quiere, cuando no tienen orden el individuo no cierra y no sabe lo que quiere. Es, de esta forma, esclavo de cualquier instinto que se presente y reclame con fuerza su lugar.

Grecia

Según Nietzsche, lo que la visión occidental corriente celebra como el momento más alto de la civilización griega es más bien la decadencia de ésta. Hasta el surgimiento de la racionalidad Grecia estaba en manos de la fuerza corporal, los instintos daban una dirección e imponían un orden. La racionalidad es un invento de Sócrates y sus enfermos para lograr contener la disolución de sus cuerpos. Grecia fue un pueblo fuerte hasta la aparición de la filosofía. No fue la filosofía la causa de la decadencia sino una expresión de ésta, que no logra de ninguna manera modificarla.

Las tres etapas del desarrollo del espíritu

Si bien es la fuerza el elemento diferencial básico de los organismos (y el principio ordenador de la realidad en general) el nivel de mayor fuerza fisiológica es el desarrollo del espíritu. En De las 3 transformaciones, primer capítulo del Zaratustra, Nietzsche expone las tres etapas que sigue el espíritu en su avance: primero es camello (quiere llevar un peso y lograr desarrollar fuerza al cargarlo), luego es león (quiere sacarse de encima el peso del deber y da un paso hacia su libertad), luego es niño (es inocencia, juego, uso de la libertad que el león conquistó pero no es capaz de usar). Este camino, el del desarrollo del espíritu, no es el camino que puede seguir todo ser humano, es el camino que los más fuertes, los más espirituales, siguen en el proceso de constitución de su fuerza.

¿Es innata la fuerza, para Nietzsche?

Sí, el individuo está determinado por su fisiología, y esta está dotada de una determinada cantidad de fuerza desde el inicio. Su fuerza no está desarrollada en el nacimiento, debe desplegarse, pero no puede adquirirse si uno no la tiene. Por eso la figura que explica esta situación es la de decir “está todo escrito pero no sabemos qué dice”, es decir, como no sabemos qué cantidad de fuerza poseemos a priori hay que dar la batalla y verla surgir.

La perspectiva

La perspectiva con la que estamos leyendo a Nietzsche no es histórica y tampoco es exactamente un estudio de su sistema de ideas el objetivo de este curso. Usamos sus ideas, intentamos conocer la forma en que él las liga y une, con el objetivo de pensar nuestra realidad. Nietzsche es un interlocutor para nuestro propio trabajo de pensamiento, una de nuestras formas de elaborar nuestra propia experiencia y desarrollar nuestra mirada personal y nuestra fuerza.

La ilustración de este post es un cuadro de Motherwell.