Sunday, October 22, 2006

Triunfar es mentir un poco / El camino de la mistificación y la fetichización


Andrés: ¡Ayer en Port-Lligat sentí el surrealismo por todas partes!

Alejandro: Mirá, sos tan mentiroso, sos un mistificador total. Yo querría ser un poco más mistificador, pero a mí me sale mucho la cosa de decir la verdad, y mistificar es mentir un poco. ¿Es necesario mistificarse a sí mismo para triunfar? Andrés...

Andrés: Yo creo que no es suficiente.

Alejandro: ¿Pero necesario e imprescindible?

Andrés: No, no es imprescindible. Además, no sé mentir, puedo manipular el diálogo, pero soy un mal mentiroso.

Alejandro: Por ejemplo, los Rolling Stones son terriblemente automistificadores también, ¿no? Casi te diría que ése es su negocio, total. Escuchame, ¿cómo se hará para prender el aire para que dé en el vidrio de adelante?

Andrés: Muy fácil… así, tac.

Alejandro: Bueno, continuemos con este tema que es interesante. La mistificación.

Andrés: ¿De mitos a secas o de música y mitos?

Alejandro: ¿Qué diferencia hay? Mistificar en el sentido de un sentimiento interno.

Andrés: ¡Ah! “La” mística, estás diciendo vos.

Alejandro: Yo digo esa especie de cultivo de la personalidad propia, destinado a ser visto desde afuera y a significar algo trascendente.

Andrés: Claro, algo así como el canto a mí mismo. Tantas veces el objeto principal de las canciones.

Alejandro: En las canciones me parece más legítimo.

Andrés: Ahora eso en la Argentina se llama song-writer, una denominación periodística doce...

Alejandro: No, pero yo te hablo de lo extramusical, de una actitud hacia sí mismo. De un estilo de autovaloración, aunque uno también se puede autovalorar de otra manera...

Andrés: Lo extramusical “en el fondo” es superfluo.

Alejandro: Sí, estoy de acuerdo, si la música de alguien es buena ya está. Me parece que es una especie de vicio lo de la automistificación, que incluso puede resultarle contraproducente a un artista.

Andrés: Entonces no es imprescindible.

Alejandro: O sea, no es imprescindible quiere decir: es prescindible.

Andrés: Es prescindible. Claro, ser uno su propia leyenda, antes que la hagan los demás.

Alejandro: Es prescindible. Sí, claro.

Andrés: Se puede evitar.

Alejandro: Te lo pregunté porque yo pienso que a veces... (Con la mirada en la carretera.) No entendí un carajo, ¿qué decía? ¿Dirección Francia, qué? No pude leer más... Pero nosotros vamos a Figueres.

Andrés: Sí, derecha.

Alejandro: Claro, en el texto no se va a entender qué fue lo que pasó... ¿Entonces qué hago? A la derecha.

Andrés: Uy, acá sí que no veo nada, pero no puede venir nadie, ¿no?

Alejandro: Ahí es donde vamos.

Andrés: Igual un turista británico despistado podría llegar a avanzar por este lado, por la izquierda.

Alejandro: Sí, los británicos son un peligro. Mirá cómo me limpié el vidrio subiéndolo y bajándolo. Menos mal que me di cuenta.

Andrés: Claro, es la rendija.

Alejandro: No, lo bajé y lo subí y se limpió completamente y ahora puedo ver...

Andrés: Fue un barrido.

Alejandro: ¿Acá tendría que doblar para allá? (Lee.) Girona... Barcelona-Girona... No. ¿O sí? Dios mío, ¿doblo?

Andrés: A ver el semáforo.

Alejandro: No, ¡Barcelona-Girona! Si estamos llegando a Figueras, no era por allí.

Andrés: Pero… Castelló De Ampurias es antes de Figueras, entre Girona Norte y Figueras.

Alejandro: Pero me parece que vamos bien por ahí… ¡Huy! peaje… qué gracioso, peaje-policía, todo mal.

(Risas.)

Alejandro: Acá puedo preguntar… Ah, acá sacás el ticket, después te pagan… (Risas.) Te pagan no, ¡te cobran! ¿Y si damos la vuelta y salimos por acá? No hay a quién preguntarle, ¿dónde vamos a terminar?

Andrés: Vamos a mirar la próxima indicación.

Alejandro: Sí, total...

Andrés: (lee) Francia-Gerona.

Alejandro: Yo prefiero Francia que Gerona, al final estamos volviendo. En todo caso, si sale mal, terminamos en Toulouse.

Andrés: En Toulouse-Lautrec.

Alejandro: Bueno, entonces tenemos que agarrar por ahí. Y ahora vienen todos, ¿qué hacen ahora 80 autos juntos? Se hacen los vivos ahora, porque tuvimos que parar, hijos de mil putas, extranjeros de mierda.

(Risas.)

Alejandro: Mirá: sortida a 4 kilómetros, me parece que ese error que hicimos fue lo mejor que nos podía pasar…

Tuesday, October 17, 2006

Jornadas de Creatividad Aplicada

El Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires invita a las Jornadas de Creatividad Aplicada que se realizarán entre el 23 y el 25 de octubre, de 19 a 21 horas, en la Sala F del Centro Cultural San Martín –Sarmiento 1551.

Las jornadas tendrán como eje a la imaginación y a la creatividad en tanto recursos fundamentales para insertarse en el mundo laboral, desarrollar emprendimientos y generar saberes tendientes a la buena convivencia en la tolerancia y diferencia. En épocas de crisis y frente a la configuración de nuevos escenarios atravesados por los procesos de globalización/ localización y por la introducción de las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC); la creatividad resulta un recurso fundamental para desarrollar habilidades que permitan a los ciudadanos desenvolverse con éxito en ese marco.

Se propone un uso de la creatividad y la imaginación para que funcionen como herramientas en la resolución de problemas clave en distintos y disímiles ámbitos de la actividad cotidiana. Como ejemplos aparecen la economía (optimización de recursos), la educación (optimización del pensamiento, nuevos modos de pensar, ordenar, integrar textos) y la innovación productiva (nuevos desarrollos, prototipos, nuevos usos de recursos existentes).

Las jornadas consisten en tres conferencias a cargo de los especialistas Eduardo Kastika –La aplicación de la creatividad en el ámbito de los emprendedores–, Julián Gallo –Creatividad y posibilidades actuales de Internet– y Alejandro Rozitchner – Filosofía y creatividad: el pensamiento y sus aplicaciones–.

Se agradece confirmar asistencia a jornadascreatividad@yahoo.com.ar o jornadasgobbsas@hotmail.com. Se entregarán certificados. Entrada gratuita.

Consultas:

Subsecretaría de Gestión Cultural: 43239400 int. 2879

Prensa Ministerio de Cultura:

datacultura@buenosaires.gov.ar – 43435356 – 43239400 int. 2531

Prensa Subsecretaría de Gestión Cultural:

vescales@buenosaires.gov.ar – 43239400 int. 2879

Thursday, October 12, 2006

Pagni sobre el tema del Hospital Francés

Crece la politización de toma con incidentes del Hospital Francés

Por: Carlos Pagni

Incómodo debate oficial

El conflicto gremial del Hospital Francés y la crisis económica de ese sanatorio habían sido, hasta ayer, dos fenómenos dignos de por sí de la crónica periodística y la preocupación oficial. Pero los hechos tomaron otro curso: desbordaron la política y produjeron una crisis en el oficialismo. La aparición de barras bravas que intervinieron para disolver la huelga -impidiendo la acción de los tímidos efectivos policiales- desató una catarata de declaraciones de las máximas autoridades del gobierno y también de los responsables inmediatos del hospital. En todos los casos el problema fue el mismo: darle un significado (ya que no una justificación) a la agresiva actuación de activistas que adhieren a sectores del oficialismo y que este diario identificó en su edición de ayer.

El oficialismo apareció ayer, de nuevo, invertebrado para enfrentar la crisis que se abrió en el Hospital Francés. Ya no se trató del colapso de los servicios o la huelga de médicos y empleados. La herida ahora fue política: toda la línea de mando de ese sanatorio, comenzando por el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, hasta el responsable médico, Walter González, pasando por el interventor, Luis Salvatierra. Ninguno de ellos pudo explicar la presencia de barras bravas en la entidad para defender al intervención pegándoles a los trabajadores y a la misma Policía. ¿Quién los trajo? ¿Cuál es su vinculación con el gobierno? A continuación, las incógnitas pendientes de explicación y algunas nuevas, aparecidas con el correr de las horas:

  • La figura del día fue Sergio «La Tuta» Muhamad, el coordinador de la comisión de Desarrollo Social de Chacarita Jrs., quien apareció como figura central de las agresiones a trabajadores en huelga y policías (curiosa como pocas la escena de TV en que le quita la gorra a un agente y éste, al parecer bien informado, la levanta del piso sin chistar, casi pidiendo disculpas al patovica).

  • Candor llamativo

    Nadie se hizo cargo ayer de las vinculaciones de Muhamad con el aparato político porteño, en el que milita como caudillejo de una unidad básica de la avenida Federico Lacroze, cercana a la sede de Chacarita. Salvo el dirigente de los «Jóvenes K», Nicolás Trotta, quien con llamativo candor, admitió fácilmente ante los micrófonos radiales que «La Tuta» es «un militante, al que es fácil encontrarlo en actos del kirchnerismo». Ni bien advirtió el costo que tendrían esas declaraciones (el periodista Luis Majul, que le hizo una entrevista, se lo hizo notar) aclaró que Muhamad es kirchnerista de la Capital pero no « Joven K»: «Tiene más de 40 años», delimitó Trotta, como quien aleja de sí a una alimaña ponzoñosa. Poca habilidad para deshacerse de una especie de «neo-batata» que, seguramente por una mala pasada del azar, apareció en una foto abrazado a Néstor Kirchner. Ya se publicó en este diario que sería una exageración evaluar las vinculaciones de un presidente por los retratos en que aparece junto a admiradores cuya identidad, seguro, desconoce. Pero alguien le debe haber explicado ayer a Kirchner, preferentemente temprano, el significado de todo el disparate político ocurrido a raíz de la huelga del Francés.

  • También Alberto Fernández, Salvatierra y el médico González jugaron a la mancha venenosa con «La Tuta». Fernández dijo desconocer en absoluto qué es lo que pasó en el hospital. No consiguió, sin embargo, que sus subordinados desmientan que es quien controla políticamente la intervención. El jefe de Gabinete se limitó a decir que «se ve que hay enfrentamientos internos». Debe haberse irritado Fernández, con razón. Ayer desde la dirección de prensa del Comité Nacional de la UCR se acusó: «Estamos frente a otro caso de impunidad garantizada desde el Poder Ejecutivo, que ante el reclamo justo de los trabajadores del Hospital Francés son agredidos por los patoteros rentados de Alberto Fernández». Los radicales ya están lanzados a enfrentar al gobierno ante cualquier tipo de episodio, aun ante hechos impulsados por la ultraizquierda.

  • Salvatierra, por su parte, produjo expresiones memorables que, como a Trotta, le traerán problemas ante la conducción de su partido. Por un lado, dijo no conocer quiénes eran los barras bravas que lo fueron a apoyar, a los golpes, de los huelguistas. Por otro, admitió que hubo que buscar algún auxilio por la escasez de efectivos policiales para terminar con la toma del sanatorio. Pero, al final de una entrevista que le realizaron en «Radio del Plata», usó la presencia de esos efectivos como coartada para demostrar que él no tenía ninguna necesidad de hacerse ayudar por barras bravas.

  • No consiguió Salvatierra desmentir al sentido común por lo que se vio en el Francés: en el intento por evitar la imagen de policías reprimiendo a trabajadores, las autoridades buscaron el auxilio de barras bravas para disolver una huelga considerada salvaje. El problema apareció ayer cuando no se les podía ofrecer impunidad a todos los involucrados en los desmanes. La crónica periodística de las primeras horas de la tarde consignaba que, de los 30 revoltosos que habían pasado la noche en el hospital, sólo 20 fueron detenidos por la Policía. Hubo 10 barras bravas que habrían logrado escapar del sanatorio rodeado. Lo hicieron mientras salían los directivos de esa casa. Casi una broma.

  • La presencia misma de Salvatierra al frente del hospital está destinada a crear problemas por el exceso de responsabilidades: además de interventor de ese sanatorio es apoderado del PJ Capital y abogado de ATC. Es lógico que diga, como dijo ayer, que él de sanitarismo no sabe nada y que está ahí para resolver la debacle administrativa del Francés.

  • En sus declaraciones Salvatierra puso como ejemplo del descontrol que, al hacerse cargo de la entidad, el encargado de las ambulancias se le presentó diciendo «tengo un acuerdo de palabra para prestar el servicio y quiero cobrar». ¿Se habrá resuelto ese estado de anarquía? Es posible que sí aunque en el hospital siga habiendo algunas curiosidades. ¿Es verdad que Guillermo Coppola, el antiguo representante de Diego Maradona, es proveedor de medicamentos a través de una empresa con sede en el barrio de Almagro?

  • La historia del Francés también comenzó a salir a la luz ayer, gracias a la locuacidad de casi todos los protagonistas. González, el director médico, corroboró algo que se publicó en este diario ayer y que ya había formulado el diputado Carlos Tinnirello: «El grupo Bapro estuvo involucrado en la corrupción que ha habido en el hospital», dijo el sanitarista. ¿A qué se refiere? ¿Al convenio realizado por la organización de Provincia Salud, durante la administración de Alejandro Mayoral, cuando la conducción del hospital estaba en manos de Carlos Tossi y Eduardo Helguera? ¿O alude a la operación anterior, por la cual desde esa prepaga se le enviaron todos los afiliados al Francés como prestador dominante?
  • Tuesday, October 10, 2006

    Observaciones sobre el entusiasmo

    Artículo publicado en el "Diario Ciudadano", de Mendoza.

    El entusiasmo es una manera de vivir. Uno puede optar por reconocerlo o ignorarlo, por darle alas o por cortárselas. Si se lo toma en serio, como manifestación de sentidos personales importantes, se desarrolla un tipo de vida distinto al que surge de maltratarlo, haciéndolo víctima de cuestionamientos y descalificaciones. Es importante argumentar a favor del entusiasmo, tratar de entenderlo y de fortalecerlo, de manera que todas nuestras opciones vitales puedan hacerle lugar. Esa actitud es la más sana, la más capaz de engendrar bienestar y felicidad.

    El entusiasmo, al abrir en el individuo la canilla de su personalidad, al permitir la fluidez de lo propio, permite al mismo tiempo salir de la pelea por el sentido que suele por lo general trabarse en formatos críticos y descaminados. El entusiasmo es el camino a seguir para encontrarse a sí mismo, la serie de vivencias que conducen a quien se entregue a ellas a encontrar la salida de su propio laberinto.

    Con el entusiasmo aparece una visión positiva de la vida y del mundo. Una visión entusiasta de la realidad es aquella capaz de afirmar lo real más allá de la presencia de aspectos problemáticos. No es, como puede parecer, una visión ingenua que niega los problemas sino una capaz de afirmar lo posible pese y a través de esos mismos problemas. Hay en el mundo del entusiasmo una consideración de lo problemático distinta de la consideración en la que cae con facilidad el sentido común o el pensamiento convencional, que encuentra por todas partes las argumentaciones que justifican la queja y el escepticismo, o una actitud de lejanía y desinterés. Para el desencantado común los problemas son aquello que viene a arruinar la existencia, para el entusiasta resultan más bien la condición inevitable de la realidad, sobre la que hay que operar para lograr ocupar los espacios que siente necesarios.

    Lo negativo de la crítica – soldada principal del escepticismo y la abstención vital- es que no es un camino, si no más bien la descalificación y cancelación de todos los caminos. El entusiasmo permite ubicarse en una vía por la cual se puede avanzar, porque es la vía precisa que nuestro deseo establece desde la inmediatez de una sensibilidad que quiere y busca más.

    El entusiasmo es el punto de vista desde el cual es posible dar con una geografía personal de nuestra existencia. El entusiasmo es una orientación que se desprende de la sensibilidad más inmediata. Es necesario despejarle el camino y aceptar lo que traiga. ¿Y si el entusiasmo lleva a opciones negativas, como la drogadicción o la violencia? Parece ser que tal cosa sucede cuando el entusiasmo ha encallado y no cuando encuentra libre su camino de avance. Esos resultados negativos tienen que ver con vidas ahogadas, en las que el entusiasmo no encuentra modos de expresión.

    El entusiasmo aparece como índice valioso cuando es necesario optar por algo. Casos: la elección de una carrera, la decisión de afirmar una relación. En la constancia de la vida corriente el entusiasmo es el que aporta calidad de vida. Calidad de vida: no se trata de bienes materiales, meramente, sino de sentir que la vida que se está viviendo es la propia. El entusiasmo es el remedio para la sensación de irrealidad. Según el psicoanalista inglés Donald Winnicott, aquel que en vez de intentar negociar con la forma del mundo su opción personal (es decir, siguiendo las ideas de este artículo, el que da la batalla por su querer o su entusiasmo) es el que logra sentirse real. Aquel que, en cambio, acepta calladamente el peso de determinaciones a las que cree o quiere creer inamovibles padecerá una constante sensación de irrealidad. Esa irrealidad es la que suele describirse como la alienación que el sistema produce en nosotros, pero quien la considera de esa forma olvida que hay un espacio enorme de libertad que permite la posibilidad de otros sentidos.

    Pero también es cierto que el entusiasmo no acepta trampas, que no puede lograrse por un acto directo de la voluntad. Uno no puede decidir entusiasmarse, ponerle pilas a una opción a la que no siente propia. Eso sería hacer trampa. Lo que sí puede hacerse es tener la brújula dispuesta y captar qué cosas nos provocan esa sensación especial. Y una vez detectado aquello que nos lo provoca es posible sí, elegir continuar su camino o por el contrario eludirlo, apelando a la conveniencia de seguir la vía del deber. Son opciones personales. La salud, la salud física en su expresión tanto muscular como mental, requiere que aceptemos la vía del entusiasmo, que es la vía del bienestar.

    El entusiasmo es el despertar de la atención, de la excitación frente a la existencia. Es el despertar de la existencia. Es un camino porque implica una evolución, el entusiasmo no está quieto, o uno no lo está cuando lo siente, porque el entusiasmo no es una situación sino un proceso. Si es aceptado tiende a crecer, a hacerse cada vez más intenso, a desplegarse. Se traba en momentos de crecimiento y despliegue, cuando el apremio de ser más le produce problemas. El entusiasmo es la posibilidad de tener problemas y abordarlos, de manera tal de producir el crecimiento. Sin entusiasmo falta la fuerza de la superación, la oportunidad de crecer, la coartada para más, el interés por las cosas.

    Wednesday, October 04, 2006

    Teoría del Entusiasmo


    El entusiasmo es fuerza proyectada, libre, que corre como el agua de un río. La persona entusiasmada es ella misma un cauce. O el río es la vida y la persona entusiasmada un bote, una lancha o una balsa, que avanza llevada según el estilo de su querer. Con el entusiasmo se navega, se viaja, se avanza, se logran las metamorfosis que realizan la existencia.

    El entusiasmo es un desarrollo, un despliegue, una secuencia, una línea de acción. El entusiasmo es un estar colocado en un cierto nivel de circulación de la energía o de las ondas invisibles del sentido, que nos transforma y empuja.

    El entusiasmo puede representarse con la sensación de estar adentro de las cosas.

    Es un estar adentro de todo ocasionado por el mero hecho de estar involucrado de manera especial con algo.

    Es un algo que te da mucho, un mucho que se reproduce en los destinos en donde la atención propia puede ubicarse, como si las cosas que vemos estuvieran conectadas por el otro lado, por el lado de adentro, el que no se ve.

    Entusiasmarse es dejarse ir, ejercer la libertad. Estar entusiasmado es la posición más saludable y plena, la felicidad en la Tierra. El entusiasmo es una acción en donde los movimientos se enhebran con gracia, en donde uno se siente arrastrado por una fuerza no intencional, pero a la que reconoce como particularmente propia.

    Uno es en el entusiasmo, logra identidad a través suyo. El entusiasmo no es más que el ser surgente, el ser géiser que emana del verdadero sí mismo que buscamos en nosotros, del intenso, del animoso, ese intermitente y escurridizo.

    El verdadero es el personaje principal de la novela personal que llevamos dentro. El verdadero aparece con el entusiasmo para desaparecer enseguida, borrado de la conciencia por las mil cosas más interesantes y concretas que el entusiasmo trae. El verdadero existe si uno logra olvidarse de sí y meramente ser, y se traba y molesta cuando lo perseguimos mucho.

    Uno no puede entusiasmarse con cualquier cosa. Ese no puedo esperar, ese querer más, ese estar metido en algo no puede darse sino alrededor de determinados temas o experiencias. Cada uno tiene ámbitos en los cuales el entusiasmo es posible y ámbitos en los que jamás podría producirse; uno no elige de qué gustar.

    La tarea es más bien captarse, ser capaz de detectar y meterse en esas zonas del mundo donde nos vemos llevados a participar. Nuestros distintos intereses son las puertas por las que podemos entrar en distintos mundos, semillas del entusiasmo que crecen hasta ser plantas enteras si abonamos y regamos su despliegue problemático.

    Porque el entusiasmo tiene sus problemas, no por ser una sensación feliz deja de arrastrar su complejo lastre, que no es otro que el nuestro.

    ¿Por qué es difícil entusiasmarse? Porque hay que pasar en limpio al ser, volcarlo en el mundo. El escudo crítico se desvanece, debe ser suplantado por una operatoria de las ganas. Eso es lo que lo hace también tan criticable, al entusiasmo. ¿Te volviste loco? ¿Estás copado con esa idiotez? Digámoslo rápido para que no se escape: una sociedad funciona mejor cuando la gente se copa con idioteces y no cuando estamos todos asustados mirando el centro que se hunde. No debería haber llegado a tener un centro tan importante, no tendríamos que habernos desecho de nuestros poderes personales para entregarlo todo a los oficiantes.

    El canchero es el enemigo del entusiasmo. El entusiasmo es candidez, disfrute de lo mínimo. Cualquier mirada torva puede describirlo como un énfasis superfluo.

    El canchero está de vuelta, conoce hasta lo que no conoce, explica las cosas reduciendo rápidamente las rarezas del mundo a una serie de simplezas acostumbradas.

    El canchero sobra, el entusiasta está en un estado de apertura que admite y se sirve de la vulnerabilidad que no necesita eludir. El entusiasmo no es un estado de extremo cuidado, de extremo rigor, es una participación que se deja vivir.

    En vez de una moral del sacrificio, una moral del entusiasmo, que entienda que aun para el trabajo es necesario entrar por la vía del darse gusto y no del someterse o dejarse de lado. La moral del entusiasmo exigiría que uno se lleve siempre consigo, que no pueda fácilmente despojarse de las características y los gustos personales para volverse formal. Llevarse a todas partes, estar de entre casa, ponerse cómodo.

    La otra contrafigura del entusiasmo es el depresivo, el desapasionado, el indiferente. ¿Existirá alguien al que no le interese nada? Sí, los hay, gomas desinfladas. La posibilidad del entusiasmo se origina en la existencia de una energía amorosa inicial con la que hemos o no hemos sido cargados. Sin embargo, muchos desinflados tienen que mantener su indiferencia haciendo fuerza. No están desprovistos de fuerza de base, tal vez no tienen la suficiente para aceptarse, y gastan la que poseen en contener el interés que podrían expresar. El interés lanzado al mundo hace que uno corra muchos peligros: que sea visible, tal vez mirado con sorna, o envidiado, o querido –otro riesgo–, o incluso puede pasar que uno llegue a proponerse cosas que no logre y quede en evidencia.

    El fracaso es un más acá del entusiasmo, porque el entusiasmado obtiene su paga en el proceso y no sólo en el resultado. Eso es el entusiasmo, precisamente, una complacencia en los caminos que transita una determinada actividad. El fracaso es una figura del desinflado, con la que expresa el temor de entregarse a su entusiasmo contenido o posible. El verdadero fracaso es no superar el temor. ¿Fracasar es que otro/a te diga que no, que algo salga mal? No, fracasar es no haberlo intentado, no haberse animado a tratar.

    El entusiasmo es un intento que ya salió bien. Un entusiasmo es una vida: nace, crece, se reproduce y muere. Malditos seamos todos los que alguna vez hemos creído que un entusiasmo no era verdadero por el hecho de haberse agotado. No es cierto que el entusiasmo sea constante y permanente, es más bien cambiante y oscilatorio. Es cierto que la inconstancia puede nacer en las normales incapacidades del sujeto de entregarse al correr de sus emociones, del susto o de los peligros, reales o inventados. Pero también es cierto que el entusiasmo bien vivido tiene sus límites y sus finales. El asunto está en saber distinguirlos, sintiéndolos y pensándolos.

    El entusiasmo es un amor por las cosas, un afecto por ciertos ámbitos, personas, actividades. Un amor que realiza nuestras posibilidades, que nos acerca a seres cuya existencia, por pertenecer precisamente a ese campo de vida compartido, tiene sentido para nosotros. El entusiasmo es el camino subjetivo para acceder al sentido, el punto nieve del querer, la ebullición que nos cocina y realiza.