Wednesday, September 13, 2006

Visiones de la mujer

Artículo del 2003 - Editora La Calle

Todos hemos aparecido en el mundo a través del cuerpo de una mujer. Es una obviedad, pero es también un hecho impresionante. La mujer es la sede del ser, la Houdini de la existencia. El truco está en su interior, ella es la que manipula la llave mágica de la vida. Nosotros aportamos, sí, un poquito. El poquito aportado cobra sentido luego, cuando se desarrollan las etapas que avanzan hacia la madurez, es decir, a lo largo de todo el crecimiento de la criatura resultante, pero lo cierto es que miramos desde afuera, y en cierta manera desde lejos (a veces desde demasiado lejos) al proceso de todos los procesos. Hay que resignar mucho narcisismo viril y saber postergarse en lo esencial para acompañar en el rol segundón que nos toca, o para entender, superado el desengaño, que tampoco somos tan superfluos, ya que en definitiva para que las cosas salgan bien debemos hacer aportes amorosos indispensables.

En psicoanálisis se dice que es el hombre el encargado de poner la ley. Sí, ponerla, como si fuera un aderezo para la ensalada o peor, un órgano sexual. El hombre pone la ley cuando le dice al hijo o a la hija: pará con tu demanda infinita que acá estoy yo, la que llamás mamá es también mi mujer y no sólo tu madre, y la necesito mía. La ley la pone hacia los dos lados, hacia el lado del recienvenido, que querría muchas veces que el molesto protector masculino no existiera, y hacia el lado de la madre, a la que también hay que límitar en su desmedido amor de crianza porque corre el riesgo, dada su abundancia, de malograrse. La ley se pone porque lo que se pone es un límite. El límite estructura. El límite arma. El límite deshace el imperio de la ilusión, que se prolonga como el sueño de un todo y un siempre. Le muestra al nene o nena que es un ser que deberá crecer, y a la enamorada madre que su producto no le pertenece sino que es un ser en sí mismo. ¿Es la mujer un ser de impulsos abundantes que tolera mal el límite y la medida? Sabemos que no. Podríamos verla como siendo en su afectividad sin reparo la encargada de la dimensión irracional y expansiva del universo humano, pero también es ella, muchas veces, más capaz de ley y de límite que su par masculino. La ley, para el hombre, -siempre entendida desde este punto de vista de límite y reconocimiento de realidades que someten pero ordenan (la poda del mundo)- es la que le permite mermar el de otra manera excesivo idealismo masculino, ese que desconoce la forma de la realidad, que lo hace extraviarse en los absurdos vericuetos viriles de la historia, la especulación filosófica y la guerra.

Gracias a la maternidad que está en su destino, la mujer madura más fácil y más rápidamente que el hombre. Está más pegada a las cosas concretas, porque su cuerpo mismo engendra al otro y porque al hacerse cargo de la minuciosa y constante atención que ese nuevo ser exige llega a reconocer el territorio de la realidad de manera lo más eficiente posible. La mujer está más directamente relacionada con la forma objetiva del mundo. El hombre vuela, y en su vuelo muchas veces se pierde y se va. La mujer madura porque debe hacerlo dadas la dinámica de su propio despliegue, ella debe reconocer cómo son las cosas ¿Cómo son? La nueva personita llora y quiere comer, necesita ser cambiada, necesita atención, constante. No florece sin amor, no avanza, no prospera sin un cuidado permanente. Estos procesos la llevan a tener que vencer su posible inercia, su fiaca, la humana tendencia espontánea hacia el extravío o la dejadez, y ponerse al servicio de algo que tiene sus reglas más allá de toda intervención imaginaria. El ser concreto patalea y pide, o exige, y hay que dejar la realidad imaginada para volcarse a la verdad de las necesidades impostergables.

Muchas mujeres (y también muchos hombres) se resisten frente a la idea de que el hecho de la procreación sea considerado tan importante en la vida femenina. Piensan que al hacerlo estamos descuidando el hecho de que ellas están para mucho más que eso. ¿Les parece poco? ¿O esta visión un poco feminista es ya caduca y hemos aprendido a reconciliarnos con el tema y a entender que ese hecho es por mucho de una trascendencia y un valor imposible de superar? ¿Es cierto que la cultura humana ha ido acercándose al reconocimiento de esta verdad enriquecedora?

Spinetta dice en una canción que la mujer tiene "un ojo que mira al magma". Es una visión al estilo Castaneda, autor de la saga en la que el indio yaqui Don Juan despliega una interpretación del mundo muy antigua y particular, y muy distinta de la nuestra. Ese ojo que mira hacia abajo es aquel por donde el laboratorio femenino de la creación recibe -como dijimos- el detalle masculino con el que luego ella hace la difícil tarea de producir una persona. Pero es un ojo, parece, que está al mismo tiempo atento a la sustancia bullente que la tierra encierra, cargándose de un impulso y una determinación profunda. Como si la mujer estuviera siempre atenta a ese caldo central del planeta, su núcleo enterrado e hirviente, y recibiera de allí sensaciones y certezas que los hombres no logramos percibir. La idea postulada, presentada en la frase citada en términos poéticos, es que la mujer posee una relación particular con la existencia, distinta de la masculina, y que esa relación es de alguna manera más básica, lo que la haría poseedora de una percepción dotada de una densidad valiosísima . El ojo que su propio cuerpo es ve la existencia de una forma especial y poderosa. Supongamos que esto nos llevara a sostener que la mujer es más animal que el hombre. Ser más animal no significaría de ninguna manera estar más bajo en la escala evolutiva, ni carecer de dotes refinadas, señalaría más bien una diferencia que debemos pensar como una distinta forma de ser, como si en la gama de vibraciones o de magnitudes ontológicas de consistencia ocupara una dimensión de otro tipo. La mujer es entonces tal vez la que nos permite entender lo animal humano, la que nos pone frente a los ojos el carácter orgánico de todas nuestras complejidades, y la que nos enfrenta con la oportunidad de corregir una racionalidad que muchas veces no sabe acotarse y encontrar su justo lugar. La mujer sería así una especie de maestra de la existencia, o en todo caso, la que expresa una forma humana a la que debemos estar siempre auscultando para ajustar la mirada, tanto para el intento humano de conocer, como para el de vivir lo más felices posibles como individuos.

Tuesday, September 12, 2006

Andrés Cisneros sobre el ideologismo

Publicado en Ámbito Financiero del 11 de septiembre de 2006

Peligroso ideologismo

Por Andrés Cisneros

La senadora Fernández de Kirchner se apresta a dar clases en Estados Unidos y acaba de adelantar, en Caracas, que durante la década de los Noventa “la Argentina le dio la espalda a América latina.” La afirmación no resiste el análisis.

Continuando aciertos de la administración del doctor Alfonsín, en esa década floreció como nunca el Mercosur, principal proyecto de política exterior de nuestro país en toda su historia. Ni antes ni después alcanzó la expansión de aquellos años.

Abandonamos más de un siglo de hostilidad con los vecinos, generando corrientes de comercio e inversión inéditas entre nosotros, no continuadas comparablemente si se mantienen los parámetros equivalentes. También profundizando políticas de los ’80, solucionamos en seis años la totalidad de los centenarios conflictos limítrofes con Chile, país que, luego de colaborar con Gran Bretaña en la guerra del ’82 pasó a apoyarnos como cabeza de patrocinio en el reclamo de Malvinas en Naciones Unidas. Los flujos turísticos y humanos de todo tipo batieron récords aún no superados.

Veníamos de una absurda carrera armamentista y convertimos a la región en la más grande y poblada del planeta libre de armas de destrucción masiva, incluyendo las nucleares, y en el conjunto de países vecinos con los presupuestos de defensa más bajos del mundo entero en proporción de los respectivos productos brutos internos, que permitieran derivar recursos a otras áreas y reordenar más eficientemente el gasto militar hacia las nuevas concepciones institucionales de convivencia cívico-militar y de inserción del país en el mundo.

Barcos de guerra chilenos se construyen y reparan en astilleros argentinos y viceversa, con maniobras militares conjuntas en un grado nunca antes visto y libros blancos de defensa para la transparencia regional de las compras militares. Participamos activa y exitosamente en la concertación de la paz en el conflicto armado entre Perú y Ecuador, así como en las crisis institucionales de Perú y Paraguay, introduciendo la cláusula democrática en el Mercosur a iniciativa argentina.

En 1980/90 pusimos fin a un estéril conflicto semejante al de las actuales pasteras uruguayas, y lejos de chocar con los vecinos por la construcción de represas hidroeléctricas, nos asociamos con todos ellos, construyendo un verdadero espinazo de integración energética compartida en Itaipú, Yaciretá, los acuerdos de Corpus y Garabí y el propio Salto Grande con Uruguay.

Párrafo aparte para el enorme crecimiento del comercio, las inversiones y los emprendimientos intraregionales, tanto públicos como privados, amén de infraestructuras coordinadas más allá de las fronteras de cada uno. Chile nos tuvo como primer destino de sus inversiones externas y se instaló como el tercer inversor extranjero en Argentina. Nos convertimos en el gran exportador de gas a Chile, país que adaptó su matriz energética a los acuerdos con Argentina. Se abrieron puertos chilenos para que comerciáramos vía el Pacífico y viceversa con los nuestros en el Atlántico. Reformamos la Constitución para que los tratados, básicamente los de integración, adquiriesen una jerarquía superior a las leyes comunes, consolidando el compromiso de darles la mano, no la espalda a los vecinos.

Una faceta muy confortable del pensamiento ideológico es que no necesita exhibir una relación de cercanía demasiado estricta con la verdad. Es por ello que esta manera de ver la vida y la política suele terminar produciendo lo mismo que denuncia: aunque se afirme lo contrario, la verdad es que hoy tenemos una crisis cuasi terminal en el Mercosur, cortocircuitos de importancia con Chile y Uruguay, y creciente distancia con Brasilia, Asunción, Quito, Lima y Bogotá, en un cuadro que conforma el mayor conjunto de conflictos y relaciones de baja intensidad con la región desde nuestro regreso a la democracia.

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Resulta poco recomendable considerarse un demócrata y, al mismo tiempo, ignorar los aportes de quienes nos precedieron. Una verdadera contradicción en los términos. Es nuestro futuro el que más se perjudica si marchamos hacia él desconociendo lo hecho por otros argentinos, solo en razón no pertenecen al espectro de las preferencias de quienes hoy gobiernan. La clase de conductas que degradan a nuestro sistema institucional y al módico prestigio que todavía nos queda en el mundo: es un indicio mayor de ideologismo y constituye, como tal, el síntoma de una profunda ineptitud para la construcción de coincidencias. El mundo respeta las continuidades y, por sobre todo, la sensatez de las autoridades nuevas que sepan reconocer aciertos anteriores, superando la inmadurez de considerar que nunca nadie hizo nada bien hasta que llegamos nosotros para salvar a la Patria.

Wednesday, September 06, 2006

D´Elía, por Carlos Pagni, en Ambito de hoy

D'Elía y su FTV, ¿un "cuento del tío" en el que cayó Kirchner?

La figura de Luis D'Elía volvió a quedar expuesta con malos colores en los últimos días. Primero, con la pretensión de arrebatar propiedades rurales en el litoral, en una experiencia que de «piquetero» lo convertiría en una especie de «sin tierra» (mejor no darle ideas, es cierto). Después, transformado en jefe de las fuerzas de choque oficialistas que impedirían la llegada a la Plaza de Mayo de las personas inquietas por la inseguridad: cometido muy adecuado para alguien que fue llevado a los tribunales por tomar una comisaría y, de paso, dejarla desprovista de armas y chalecos antibalas. Completó el circuito apareciendo por Misiones para apoyar -eso es lo que creía estar haciendo- la reforma constitucional de Carlos Rovira.

Como si el Altísimo hubiera escuchado los ruegos del obispo Joaquín Piña y le enviara ese paradójico auxilio. El grotesco de estas fotos ha impedido advertir con total claridad otra dimensión en los movimientos de D'Elía. Para hacerlo conviene cambiar de punto de vista y mirarlo desde la Casa Rosada. Es decir, con la perspectiva con que lo contemplan sus jefes. Desde ese ángulo, este piquetero no interesa ya como feroz instrumento de un Estado que va al choque contra aquellos frente a los que se siente desafiado. Lo que llama la atención, o -si se quiere- lo que indigna, es que haya desempeñado ese rol con tan grande ineficiencia. Para decirlo crudamente: los funcionarios de Kirchner se maldicen a sí mismos por dejarse arrebatar recursos presupuestarios cuantiosos para pagar contraprestaciones que no eran, ni por lejos, las esperadas. Pecado capital para alguien meticuloso y, sobre todo, ahorrativo, como Néstor Kirchner: D'Elía se lo viene «fumando» desde hace meses con caudales significativos de dinero para, a la hora de aplicar sus artes, hacerlo de manera casi estudiantil, bochornosa.

· Pista

La concentración del 25 de mayo, en la Plaza, había dado ya una pista de esta desproporción. El dato quedó solapado en la confusión de euforia y gente. Pero para los organizadores del acto fue ostensible que los «piqueteros» oficiales no llevaron a esa fiesta la cantidad de « invitados» a la que se habían comprometido. Ni por asomo las 22.000 personas que figuraban en la libreta de Oscar Parrilli. El malentendido pasó de largo. Había mucho para festejar.

El jueves pasado, en cambio, la defraudación fue más irritante. El delivery de desafortunados al que se comprometió D'Elía fue muy defectuoso: de 20.000 personas que se habían previsto, en el Obelisco no hubo más de 2.000. Pero de esas 2.000 sólo 500 podrían ser identificadas con la Federación de Tierra y Vivienda (FTV). Las otras 1.500 fueron arrastradas por los intendentes Mario Ishii (José C. Paz) y Julio Pereyra (Florencio Varela).

Aquí hay que situar la primera defraudación específica en la que incurrió el subsecretario de Hábitat: la plata que aplicó el gobierno a la organización de su « contramarcha» hablaba de otros números. Podría decirse que el ratio de ineficiencia en el gasto de dinero por persona movilizada convirtió a la del jueves en la mayor estafa de los últimos años por parte de un -llamémosle así- dirigente social contra el Estado que lo financia.

Para encontrar algo igual habría que remontarse a los recursos obtenidos por D'Elía y su socio de entonces, Jorge Cevallos, cuando cortaron la Ruta 3 e hicieron llegar hasta La Matanza al secretario presidencial Leonardo Aiello con una bolsa de « planes» que levantaron el bloqueo. Claro, ni Fernando de la Rúa poseía el poder de Kirchner, ni Aiello -se supone- tenía la experiencia en este tipo de transacciones que, hay que imaginar, caracteriza a Parrilli.

· Fuerzas menguadas

La conclusión es curiosa: la movilización de D'Elía, que para la mayor parte de la ciudadanía fue una demostración física de autoritarismo e intolerancia, vista con el microscopio del funcionariado oficial se convierte en una especie de cuento del tío en el que Kirchner cayó casi como un principiante, un chico del PRO.

El fiasco del Obelisco no debería, sin embargo, sorprender a quienes tratan con D'Elía. Salvo Parrilli, hay muchos hombres del gobierno que podrían informarle al Presidente cómo las fuerzas de este vecino de La Matanza disminuyeron de manera acelerada durante los últimos dos años. En parte, hay que reconocerlo, por el costo que tiene para cualquier simulador de disidencia el abrazarse al Presupuesto y a los cargos oficiales con la pasión con que lo ha hecho este ex concejal. Entre los años 2003 y 2004 D'Elía fue abandonado por los grupos «Atahualpa» (de especial desarrollo en Moreno y La Plata) y «Marcha Grande» (de La Plata). Adherentes a la CTA de Víctor De Gennaro, los militantes de estas agrupaciones no se sintieron nunca cómodos con el estilo « petista» de ese sindicalista democristiano y eso facilitó que D'Elía los captara con su estilo barrial, resabio de sus orígenes de activista católico del conurbano.

Se puede decir que a esos grupos el «piquetero» de la FTV los perdió por su adhesión desaforada al gobierno: ya fue difícil que lo vieran como un combativo. Le aplicaron el teorema de Baglini, al revés. En cambio, en las agrupaciones de separación más reciente aducen otras causales de divorcio. No sólo la falta de rendición de cuentas con el dinero, algo al parecer habitual en el estilo de liderazgo de D'Elía. También un modo de conducción concentrado, que descansa en muy pocos colaboradores,mandón y arrebatado-(para aclarar cualquierconfusión oficialista: la descripción se sigue refiriendo a D'Elía).

· Traspasos

El «piquetero» pasó de las comunidades eclesiales de base al Frente Grande, del Frepaso al duhaldismo y del duhaldismo a las organizaciones «K» sin retener más que a tres o cuatro lugartenientes. Sobre todo un par: Alberto Vulcano y Carlos López,un médico convertido en empleado público a las órdenes de Parrilli. Encerrado en ese círculo, D'Elía fue perdiendo predicamento en Chaco y Formosa, donde le reportaba un interesante movimientocampesino; se le escapó media FTV en Santa Fe y ya no cuenta con «puntero» alguno en Córdoba. Su reino se atrofió: alcanza los límites de Isidro Casanova y, sobre todo, el barrio «El Tambo», donde tiene su casa. En vano encomendarle, entonces, movilizaciones en la Capital: no le queda ni el comedor «Los Pibes», en La Boca, que sigue atendiendo Lito Borello y que fue la principal base de operación asistencial de la FTV en la Ciudad. El barrio quedó ahora asociado a D'Elía por otras razones: la toma de la Comisaría 24ª en un hecho que puso de manifiesto la línea tenue que separa militancia de marginalidad lumpen en los bajos fondos del área metropolitana. Los recursos confiados a este vocero del oficialismo no disminuyeron en la misma proporción de las adhesiones que cosecha. Desde las muertesde Kosteki y Santillán, cuando Duhalde decidió abrir la mano de los planes de asistencia social de modo indiscriminado, la FTV controla innumerables prestaciones nacionales y provinciales. Hay quienes calculan que el Estado le provee, como mínimo, 100.000 subsidios para repartir mes a mes. Kirchner decidió después condecorar a D'Elía asignándole otros 250 millones de pesos, fondo que nutre a la Subsecretaría de Hábitat en la que se designó a este «dirigente social». Sin mencionar el emporio de «empresas recuperadas» del que se viene apropiando este activista.

Es lógico, entonces, que hayan visto al Presidente envuelto en llamas cuando le informaron los números de la marcha organizada por su «piquetero» en el Obelisco. Ni qué hablar del blooper de Adolfo Pérez Esquivel. Nadie sabe si el jueves pasado al santacruceño lo irritó más Blumberg o D'Elía. Tal vez hubiera sido más seguro y barato entorpecer la manifestación del ingeniero con un despliegue de seguridad exagerado, cinismo al que recurrieron todos los ministros del Interior anteriores a Aníbal Fernández cada vez que procuraron dejar la Plaza vacía. Discusiones teóricas. Kirchner se ocupa ahora de otro problema: hablar con quienes conocen a D'Elía -desde el presidente de la Cámara de Diputados, Alberto Balestrini, hasta funcionarios de nivel medio del gobierno nacional- para hacerlo callar y, si fuera posible, desaparecer de la escena por un tiempo. Sería bueno para el país. También para el gobierno. Pero agravaría el derroche presupuestario que supone pagar millones de pesos para que alguien permanezca en su casa sin la necesidad de siquiera fingir cierta preocupación por el destino de los más desamparados.

Sunday, September 03, 2006

Desaparecidos: Capítulo de mi libro "Amor y País"

Los desaparecidos no son héroes, son víctimas. De los temas delicados también hay que hablar, por más que parezca una herejía.

Ni el dolor ni la tragedia ni la monstruosidad de los hechos deben hacernos perder de vista la realidad a la que pertenecen. La muerte no es jamás un mecanismo de glorificación ni una prueba de verdad. Ni siquiera la muerte dada en forma atroz e injusta. La atrocidad del asesinato no se proyecta como corona de gracia sobre el que lo ha padecido, aunque esa muerte pueda trastornarnos más allá de nuestros límites.

Los desaparecidos es un concepto demasiado abarcativo. Es importante distinguir en él a aquellos que habían optado por la lucha armada, de aquellos que eran simples militantes políticos, de aquellos otros que no eran ni una cosa ni la otra, y que cayeron en el conjunto sin otra causa que la delincuencia ideológica de las bandas del terror. ¿Podemos saber la cantidad cierta de personas que formaban parte de estos subgrupos? Los desaparecidos que fueron activistas armados cayeron en la ley de la violencia por la que optaron y en la que decidieron también dar muerte. Sus familias pueden estar lógicamente afectadas por haberlos perdido, pero no debemos perder de vista que en sus planes estuvo también dar con violencia la muerte que terminaron recibiendo. Los militantes políticos no armados y aquellos que fueron muertos siendo ajenos a toda acción política forman parte de un mismo tipo de desaparecido, aquel sobre el que se cometió la mayor injusticia, las verdaderas víctimas. Sí, sus asesinos merecen lo peor, y si hubiera tenido el poder suficiente para aplicarla, la sociedad no debería haber descartado la aplicación de la pena de muerte a personas como Videla, Astiz o el Tigre Acosta.

Decir que los desaparecidos no son héroes sino víctimas, y decir aun más que sólo fueron víctimas aquellos que no habían optado por la lucha armada, quiere decir: no prolonguemos como sentido político el dolor que su caso señala, porque de esa forma estaríamos aun en el terreno de una visión social enamorada de la muerte y de la imposibilidad. Visión que, dicho sea además, estaba presente en la intención de aquellos que optaron por hacer política con las armas.

Creer que la solución a los problemas nacionales es salir a matar a los malos es tan ingenuo como creer que puede darse una sociedad sin enfrentamientos sociales. Lo peor es que esa ingenuidad es, además de una visión simplista, una que produce el peor de los daños, y que participa como protagonista de una ceremonia de muerte representada por dos movimientos apasionados y malignos. Goza de mala prensa, pero lo que se llama con tono despectivo la teoría de los dos demonios tiene su razón de ser: este baile de muerte lo bailaron una izquierda demente y asesina y un grupo de perversos puros, salidos del fondo oscuro y patológico de la sociedad.

No sólo es importante no hacer de los desaparecidos héroes, también es importante que la izquierda pueda pensar y comprender el descarrilamiento social sobre el que tiene responsabilidad compartida al haber dado lugar a la lucha armada. La sociedad en su conjunto debe valorar el momento democrático actual, ya que aunque no nos demos cuenta asimila la experiencia pasada y se aleja saludablemente de ella.